Ensayo: “Rey David”

Obra teatral de Tomás Pedersen

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Y reinó David sobre todo Israel; y David administraba justicia y equidad a todo su pueblo”

(2 Samuel 8:15)

REY DAVID

Tragedia bíblica

Se dice del bello Rey, que bajo sus manos Israel vivió una época dorada; algunos fieles, y una familia a cargo de un leproso, disienten. Ante el espectador se abren las puertas de Jerusalén, donde las palabras se hacen carne, y esta, con el tiempo, se pudre como la del leproso.

Jerubal, leal servidor del hijo de Yahvé, da la bienvenida y construye el código llenando de epítetos a Urías el hitita, quien ha cosechado la fama de ser un elegido de Dios para proteger con su vida y su espada el reino, pero en el teatro, las apariencias siempre engañan. El más hermoso soldado, al encuentro inicial con su amada Betsabé, declara:

Oh Dios ¿Por qué me bendices otorgándome el amor de la mujer más bella del reino y al mismo tiempo me castigas con las obligaciones del deber y el honor? ¿Por qué? ¡La concha de mi hermana!”

He aquí el conflicto de Urías, que habita entre el deseo y el deber, pero para él, a diferencia de Jerubal, o de David, el deber es una carga y no un honor, y por ello también será el primero en caer del pedestal. Es entonces, en los grises plateados del vicio y la virtud de cada uno de los personajes, dónde se encuentra la sustancia teatral que impulsa la acción.

Nos situamos históricamente entre el siglo XI y X antes de cristo, teniendo en cuenta que la fuente de la cuál bebe la narrativa, el antiguo testamento, fue confeccionado casi seiscientos años más tarde, siempre se presentarán una diversidad de anacronismos, por lo que la exactitud del relato histórico poco importa desde el principio; pero hay algo que la biblia — en parte — y el autor tienen que enriquece el relato teatral, y es la influencia racional-espiritual platónica: La razón debe ordenar el espíritu, y primar sobre los apetitos corporales. De esta forma establece un código moral que acerca o aleja al espectador de los personajes.

La obra no pretende solemnidad, pero la construye para romperla con el lunfardo, y los vicios del espíritu, que son tan antiguos como contemporáneos, logrando crear su propio tono, y permitiendo establecer paralelismos con nuestro presente tiempo, para que aquel que quiera establecer comparaciones con nuestras dimensiones políticas y sociales pueda hacerlo sin que el texto, o el actor lo haga por ellos; es esta una de las virtudes de la obra.

Otra destreza que parte de la dramaturgia, se ordena en la dirección, y es hecha carne por cada unx de lxs intérpretes es la confección de los personajes, diez en total, dentro de una circunstancia histórica, y en apariencia ajena, que permite mediante la comedia criticar mecanismos sociales de la actualidad.

El Rey David es alrededor de quien la trama se centra, útil para el espectador ya que es el de mayor representación en nuestra cultura, y existe un prototipo, pero que desde la estética se rompe para hacer lugar a la comedia. La característica más interesante en la decisión de mostrarlo como un Rey vicioso, que sin embargo intenta ser virtuoso; para los demás personajes, la mejor versión de David es el faro moral, para él también lo es pero yace en el pasado, ya que en el presente se ha dormido sobre sus laureles, y como el bien se hace, y él ya no hace nada, el mal emerge.. La tragedia para él es que cuando vuelve la luz, es demasiado tarde. Su persona abre los caminos a la interpretación a las formas de gobierno, y a quienes gobiernan, y es el enlace político de la obra con la realidad.

Urías, el Hitita, si bien es un personaje histórico, lo más probable es que el espectador lo desconozca, por lo que su construcción depende por entero de la dirección y dramaturgia, y por supuesto del actor; Urías es el antagonista, es el de mayor vicio, porque a pesar de haber sido bendecido por dotes divinos en el combate, de tener fama y renombre, él desprecia los primeros, y se aprovecha de los segundos mediante la unidad militar que no entrena, pero comanda “La división de Valientes de David”. Su persona abre la interpretación, al igual que David, a los abusos del poder, pero desde la esfera militar; a los vicios particulares, de los cuáles tiene varios, generando momentos que oscilan rápidamente, a consciencia, de la comedia a la incomodidad; y a la homosexualidad en clave histórica por su invisibilización del pasado, y clave social por su ocultamiento de la esfera pública.

Betsabé es también un personaje histórico, de mayor representación que Urías, pero aún así un tanto desconocida; protagonista femenina, y el “objeto material” del conflicto entre Urías y David, tanto histórico, como uno de los teatrales. Betsabé es presentada como el prototipo de interés amoroso, humilde, entre dos hombres poderosos, una paloma blanca entre dos cuervos; su búsqueda por el amor de su esposo Urías, para lograr los estándares que para esa sociedad — Y lamentablemente, a veces la actual — la harían mujer, es lo que pone en marcha la acción, y el conflicto de proporciones bíblicas. Su personaje motoriza la crítica social a la sociedad machista, y al rol de la mujer en la misma, mostrando lo que podrían parecer costumbres absurdas en una ciudad alejada en el tiempo a las nuestras, pero que permanecen pululando en el presente.

Jerubal, servidor manco, fiel y bondadoso porque siempre está para darle su única mano a los demás, es sin duda el más virtuoso, porque siendo el que menos recibe, es el que más da — Cabe aclarar que la vara no está muy alta — Él es el equivalente, a nivel dramatúrgico, del coro griego, es quien enlaza y guía, y quien, en una acertada decisión, se termina convirtiendo en el protagonista de la obra, porque él más que nadie lo merece, afirmando el código moral establecido. Su personaje abre las puertas a la interpretación del rol del individuo en un lugar donde no tiene poder ni decisión, es el ejemplo de lo que podría, o debería ser el hombre común en un mundo dónde no parece no haber lugar para alguien como él.

Elena y su marido conforman la pareja tipo, ella ama de casa, y chismosa, él medio pajero e insatisfecho, más que el amor, los une la envidia, y el querer torcer su destino por lo que la vida no les ha dado. Elena anhela la vida que podría tener cortejada por alguien que no sea un carpintero leproso, pero como mujer no tiene quejas, ha cumplido con los parámetros que la establecen como tal, se casó a los once y parió más de diez veces, todos sus hijos murieron en la guerra salvo por los mellizos Jacobo y Lázaro, ella es el estándar a alcanzar por Betsabé. Él, en cambio, como hombre no se siente como tal, siendo Urías es la fuente de su envidia material y espiritual, por lo que intenta aparentar lo que no es hasta el absurdo, como hacerle creer a otros que no tiene lepra. Dramaturgicamente, se encargan de establecer los códigos del espacio y darlos a conocer, y de confirmar mediante gags sangrientos el código poco serio del humor desde la acción, que acompaña al que otros construyen desde la palabra. En conjunto abren la interpretación a las problemáticas matrimoniales de una familia común ya establecida, e individualmente al rol del hombre y la mujer de la clase baja, que sería lo común hace tres mil años, y ahora.

Lázaro y Jacobo, hermanos mellizos y adolescentes interpretados por mujeres, algo que uno se olvida pasados dos minutos de acción, ya que el hecho no juega ningún rol, demostrando en acción que el género es una construcción. Ambos entrenan para llegar a la división de valientes de David (DVD), ambos hiperactivos, ambos permanecen juntos, ambos hablan casi al mismo tiempo, el conflicto entre ellos es que en todo son ambos, pero se quieren mucho. Se diferencian en lo que desean, Lázaro sabe que está en el camino correcto, el de la sanguinaria espada, en cambio Jacobo anhela la poesía, pero el destino no parece haberle otorgado aún la oportunidad de dedicarse a ella. Son el rostro y la vara con la que se mide a la juventud, y quienes mediante juegos de palabras, avalado por el talento poético de Jacobo, alimentan el fuego de la crítica a la escritura contemporánea. Sus personas abren la interpretación a las problemáticas de la adolescencia tipo, los sistemas educativos, y el rol de los estados en la formación de futuros adultos.

Sabarajam, capitán militar, un tipo nefasto por dónde se lo mire, tanto que cada palabra causa gracia por falta de la misma en el carácter y el espíritu. No hay nadie que lo quiera, él tampoco hace nada para que lo hagan, no es el más vicioso porque su posición no se lo permite, porque debe obedecer, y el mal trato que recibe de parte de Urías, es inmediatamente volcado en sus estudiantes. Lo único bueno que se puede decir de él, es que no hay nada bueno, virtud de la dramaturgia. Su persona abre la interpretación a la crítica de la formación, y códigos militares — ((((¡Ley de obediencia debida!)))) — a los abusos de poder, al resentimiento social y de clase, y a los vicios en general, porque al capitán no se le escapa nada.

Jairo, el solitario colimba colorado — Que no es colorado — adolescente, y miembro, para su desgracia, del DVD. Indefenso e inocente, no le dan pelota, o abusan de él; su vicio es la falta de carácter que le impide hacer por su propia voluntad pero no poseé en él un mal, o un deseo del mismo, pero son las circunstancias que al final lo llevan a ejercerlo, momento en el cuál uno hasta se alegra por él. Es la fuente de información interna del DVD, preparando las tensiones en torno a la misma, y Urías, comenzando a agrietar las apariencias. Su persona abre la interpretación a la psicología de las víctimas de la crueldad, el abandono, y el abuso, y cómo estas destruyen la mente y el espíritu de aquellos que por falta de capacidad, voluntad o presa de las circunstancias, no pueden salir del lugar en el que se encuentran.

Obra recomendada: inteligente, crítica, efectiva y desopilante.

CLUB DE TEATRO DEFENSORES DE BRAVARD

Guevara 328 (mapa)

Capital Federal — Buenos Aires — Argentina

Teléfonos: 9 11 5159–2357

Web: Facebook Teatro defensores de Bravard

A la gorra: $ 4.000,00 (Sugerencia) — Sábados — 20:30 hs — Del 03/08/2024 al 24/08/2024

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